Tras las recomendaciones de Félix Maravel (psicólogo del Servicio de Salud y Riesgos Laborales), el pasado 21 de noviembre solicité la catalogación de mi baja como accidente de trabajo. Hace un par de días recibí otra llamada de este mismo servicio, en este caso procedente de otro gran profesional, Alejandro Hidalgo, que se identifica como instructor del "Expediente de Averiguación de Causas". Supongo que al lector, este rimbombante nombre le sonará igual de "a chino" que me sonó a mí. Pues bien, parece que el procedimiento establecido comienza con el nombramiento de un instructor, que deberá investigar sobre las causas que provocaron el accidente... y aunque este caso está muy claro (el profesor golpeó el puño del alumno repetidamente, utilizando para ello diferentes partes de su cuerpo), parece que el procedimiento manda.
Tras esa llamada, Alejandro, cuya empatía y trato me resultaron particularmente humanos, me ha citado para vernos, no sin antes ofrecerse para desplazarse él mismo a mi domicilio si así lo estimaba oportuno. Considerando que era un ofrecimiento excesivo aunque sin duda desinteresado, le dije que no se preocupara, que aunque aún no me encontrara en condiciones de conducir, algún familiar me acompañaría hasta Mérida. Para agilizar al máximo la entrevista, me pidió, porque así lo requería el procedimiento, que redactara una declaración jurada relatando lo sucedido, que él mientras tanto, se desplazaría al centro para recabar cuanta información fuera precisa.
Y allí me presenté de nuevo, en los módulos del III Milenio, con mi declaración jurada el día y a la hora señalada.
Esta vez no pasé a saludar a mis antiguos compañeros, apenas había dormido y por pereza, dejadez o quizás porque los efectos psicológicos anunciados tanto por Félix Maravel, como por la psicóloga a la que acudí por primera vez la pasada semana empezaban a dejarse notar, el caso es que llevaba casi desde el día de la agresión sin afeitarme. Mi aspecto no era descuidado, pero claro, acostumbrado a afeitarme cada día, presentarme con semejante barba a buen seguro que provocaría entre mis compañeros una impresión que no quería dar, a lo que sin lugar a dudas seguirían innumerables preguntas sobre mi estado que no me apetecía contestar.
Alejandro me recibió muy cordialmente. Estuvimos hablando largo rato sobre mi estado físico, sobre lo que había pasado y se interesó especialmente por mi estado de ánimo. Hablamos sobre otros casos, similares, aunque de menor gravedad, que se habían producido y en los que él había intervenido también como instructor.
Tras esta conversación distendida, entramos en faena y Alejandro hizo hincapié en que había recibido mi solicitud de catalogación de mi baja como accidente laboral, si bien recalcó que en estos casos, esa solicitud no era necesaria puesto que actuaban de oficio, e insistió en enseñarme el mandato en el que se le nombra instructor del expediente, fechado con anterioridad a mi solicitud.
- Para mí eso no es importante Alejandro, si el procedimiento se inicia o no de oficio, los docentes afectados por estos casos, no lo sabemos, lo importante es que se inicie, no a instancias de quién.
De igual modo le comenté que también había presentado la solicitud de asistencia letrada, y que estaba a la espera de respuesta (que como ya dije en entradas anteriores, se produjo pasados mas de cuatro meses desde que sucedieron los hechos).
Le entregué la declaración jurada, y la leyó detenidamente. - Está perfecta- me dijo, y pasó a explicarme de una forma muy clara cuáles serían los siguientes pasos.
- Miguel Ángel, tengo varias citas previstas para esta semana, y casi seguro que me resultará muy difícil terminar el trabajo antes del fin de semana, y la semana que viene tengo unos días de vacaciones (puente de diciembre), pero en cuanto vuelva, daré prioridad absoluta a este caso, por la gravedad de los hechos y porque además está muy claro lo sucedido. Después de esto, mi cometido termina con la elevación de una propuesta de resolución del expediente a la Directora General de Personal Docente, que si todo va bien, dictará resolución en unos días. Esta resolución se te enviará a ti como interesado y también a MUFACE, para en el caso de que se te hubiese detraído alguna cantidad de tus haberes, la misma te fuese devuelta.
- No te preocupes Alejandro, lo entiendo.
Y así sucedió, el martes día 12 de diciembre, recibí un correo electrónico de Alejandro en el que me adelantaba la propuesta de resolución que elevaría a la Directora General, por si tenía alguna apreciación que hacer a la misma. Fue una atención que respondí agradecido con el siguiente correo:
"Buenos días.
Sin ser experto en la materia, me parece muy buen trabajo, Alejandro.
No tengo nada que objetar al respecto.
Un saludo, y muchas gracias por tu tiempo y atención."
La resolución de la Dirección General de Personal Docente que recibí, fue emitida tres días después, el 14 de diciembre, si bien no me fue remitida desde la Consejería de Educación hasta el 11 de enero de 2018. Su envío a MUFACE se demoró aún más, ya que no la enviaron hasta el 1 de febrero, mismo día en que se dictó resolución por parte de la delegación provincial de MUFACE, reconociendo el "accidente en acto de servicio".
"Buenos días.
Sin ser experto en la materia, me parece muy buen trabajo, Alejandro.
No tengo nada que objetar al respecto.
Un saludo, y muchas gracias por tu tiempo y atención."
La resolución de la Dirección General de Personal Docente que recibí, fue emitida tres días después, el 14 de diciembre, si bien no me fue remitida desde la Consejería de Educación hasta el 11 de enero de 2018. Su envío a MUFACE se demoró aún más, ya que no la enviaron hasta el 1 de febrero, mismo día en que se dictó resolución por parte de la delegación provincial de MUFACE, reconociendo el "accidente en acto de servicio".